miércoles, 26 de noviembre de 2008

Sangre de Mayo

Ayer tuve la oportunidad de ver Sangre de mayo de José Luis Garci y eso más o menos es asistir a dos grandes tragedias: la tragedia de la historia de España y la del cine español. Lo primero, por obra y gracia de Pérez Galdós, el grande, que como unos pocos intelectuales españoles, supo captar en sus Episodios Nacionales esa manera de ser hispánica que no hace sino acelerar los designios funestos del sino de nuestra historia. Las palabras de incredulidad de Gabrielillo Araceli sonaban bien amargas: “pero, ¿de verdad somos así?”. Y con respecto a lo del cine…más allá de las buenas intenciones de Garci, al que no se le puede negar oficio y hechuras de buen cineasta, la cuestión es ¿por qué ese empeño de rodarlo todo? Hay diálogos en la literatura que sólo son aptos negro sobre blanco y para ser leídos por uno en bajito delante de un café caliente pero que no resisten ser escuchados en voz alta ni por el mejor de los actores, que tampoco era el caso. La mujer de Busta, tan expresiva como un microondas, picó y aceptó un papel, en mi opinión, irrepresentable; el fulano que interpretaba a Gabrielillo solo estaba a la altura cuando decía “buenas tardes” y la pobre Lucía Jiménez, con un personaje más tópicazo y panfletario imposible estaba, sencillamente, deleznable. Para ser actor no basta con ir a las manifestaciones. Mi amigo Valero tienen razón: Rellán y Tina Sainz, de los pocos que están bien; se les ve la raza. Y en lo demás: el modorreo propio del estilo Garci y coreografías superteatrales; a la película se le ve la trampa y el cartón por todas partes. Recomiendo a todo el mundo que lea la novela si quiere divertirse y comprender un poco más esta historia trágica de la estamos hechos los españoles y que vea otros trabajos de Garci si quiere ver una buena película. Jesús Villegas.

1 comentario:

Tepes dijo...

Totalmente de acuerdo. Y venga franceses a caballo para arriba y venga franceses a caballo para abajo... Garci, falsario, no me toques los galdoses.